Mezcal Buen Viaje

Me pregunto cómo resumir la historia líquida de una tierra y no encuentro otra manera que tras recibir, disfrutar, sentir y experimentar un manjar místico, mágico y, para algunos, afrodisiaco. Solo así recojo y asimilo los espíritus de la tierra y su sal milenaria, los orígenes de los sentidos y del presente tan antiguo… No podría resumirlo más que con conceptos como “delicioso”, “artesanal” y otros incompletos y que van en la misma línea.

Al recibir esta historia, los sentidos me orillan a viajar mentalmente a paisajes impresionantes y sentir en carne propia el valor de una cultura, de la familia, de los amigos y de uno mismo.

Es para participar en una historia centenaria, que integra la técnica de los españoles con sentimientos ancestrales para gozar el camino y el destino, la base de Mezcal Buen Viaje, con su respeto por la Madre Tierra y el valor de la tradición, establecido como una puerta de acceso a lo sagrado.

Mezcal Buen Viaje fue formado por un grupo de visionarios que apoya a las comunidades y a los Maestros Mezcaleros, con la misión de conservar vigente la degustación de esta bebida divina. Iniciaron su trayecto con preguntas básicas, por ejemplo, ¿cómo empezó todo? Y responden “El maguey fue alimento antes que el maíz y guarda en su interior la complejidad de una de las bebidas más antiguas del mundo, puesto que el maguey tiene más de 10 millones de años sobre la Madre Tierra”.

De esta forma Mezcal Buen Viaje transforma la historia de las pencas, la raíz del agave y la expande en sus rituales, ceremonias y fiestas con la leyenda que Mayahuel a cuestas. Ella, la joven hermosa que fuera amante de Quetzalcóatl y símbolo de una destilación mesoamericana que es más que un proceso, con un origen que data del año 400 a. de C.

Quetzalcóatl quizá no necesitaría reflexionar su historia, la viviría con la “cata del beso”, como la que experimentaba con su amada o, fantaseando, con un Mezcal Buen Viaje tobalá, bicuixe, madrecuixe, espadín o arroqueño.

 

Porque la esencia de Mezcal Buen Viaje se revela llena de energía, como el resplandor de la luna que cae cada noche sobre las pencas de agave. Y se hace de manera franca y derecha, lo dicen ellos: “Buen Viaje se disfruta solo, sin mezclar. Se degusta lentamente, dejando que el paladar adivine los sabores que la Madre Tierra ha confeccionado bajo el suelo durante años y que, ahora, nos permite apreciar”. Lo saben Eugenio Maillefert y Martín López, responsables de Mezcal Buen Viaje y quienes, en sus palabras, tuvieron su acercamiento con el mezcal y quizás nunca pensaron que iniciarían algo más que un buen viaje.

Pruébenlo para que la vida, el fuego, maceración, destilación y los vapores del espíritu del agave resuman las características de lo que México es, ¿acaso el ombligo del mundo? Almenos el cuerno de la abundancia donde los dioses beben, comparten la dicha caída del cielo y el buen viaje de vivir.